Es una lástima que ya casi nadie entienda de palabras ni de acciones. Mucha gente basa su opinión en especulaciones. Pocos son los que leen, porque leer toma tiempo. El mundo se inclina a lo efímero, lo banal, lo superficial. A medida que la tecnología y los modernismos plantean un nuevo camino, la humanidad como que se atrofia; lo que importa ya no importa y lo que no importa es primordial. Triste pero cierto. Demasiadas cabezas huecas y unas pocas con sed de sapiencia real. A pesar de tanta información accesible, cada día estamos más confundidos, cada vez se nos hace más difícil comunicarnos y nos distanciamos más los unos de los otros. Nos enajenamos más en la ignorancia, cual aquel aldeano vanidoso de Marti, que creía que el mundo entero era su aldea.
Las pasiones, la sin razón, los caprichos son nuestras más comunes prácticas. La intolerancia, y el absolutismo son parte de la jerga. Parece que la humanidad está en penumbras. Pero quedan quienes apuestan a ser íntegros aún cuando nadie los vea. Quedan quienes no pierden nunca la fe, quienes tienen una brújula moral que los orienta , que los convida a la acción. Esos llevan en sí los conceptos de los abuelos, de los padres, que nos recuerdan constantemente rechazar el odio y abrazar el amor. El mundo anda medio torcido, es verdad, pero quedan todavía algunos que escogen ser luz sin esperar nada a cambio, luz por que sí, luz por el bien, luz por el amor y sus puentes, hay algunos que irradian luz. Eso es suficiente…
Robertico Yis